Si queréis publicar algo en mí blog para que lo vean los demás, enviármelo al e-mail: alberto.zambade@hotmail.com y en breve será publicado.
Saludos del Dardo
En conmemoración a las grandes madres que supieron sacar adelante a sus seres más queridos en tiempos en el que la hambruna acechaba sin piedad, a ancianos, a niños y a hombres y mujeres de ley, ellas siempre estuvieron allí e hicieron posible que hoy estemos aquí narrando estas letras. Que hoy sirvan, sin ninguna duda, estas humildes letras de un lector incansable y de un querido amigo de mis leyendas, D. Cayetano Bretones, para honrarlas por la gran labor que cumplieron en su momento. Que lo hicieron en tiempos de Guerra en el que la templanza se pierde y la soledad de apodera de los corazones de quienes lucharon con honor y aún hoy siguen siendo invisibles para muchos. Que sirva bien, entonces, este escrito para alejarlas del olvido y para mantenerlas siempre presentes en nuestro corazón, que son su corazón, el corazón de todas y el de nuestra memoria histórica. Por ellas... Gracias Cayetano por enviarme un escrito tan emotivo y real, disfrútenlo...
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MADRES DE LA GUERRA
Es difícil entender que alguien pueda ser depositario de las cuatro virtudes cardinales (prudencia, justicia, fortaleza y templanza), ni tampoco un dechado de perfección. Pero si en nuestra mente existe alguien que lo pueda ser, esa persona no puede ser otra que nuestra madre en quien, generalmente, reconocemos las mejores virtudes y sentimientos que pueden adornar a un ser humano. Sus consejos, sus lecciones de moralidad, sus desvelos orientados siempre para conducirnos por el camino del bien; sus recelos y temores en cuanto a la orientación de nuestra conducta, si no es que somos degenerados, y salvando la excepcional excepción, hemos de reconocer que sólo ella ejerció de ángel protector mientras estuvimos a su lado, sirviéndonos de guía y guardián en cada paso y en cada movimiento de nuestra vida. Pero si además de las dificultades que entrañaba la crianza y educación de un hijo en aquellos malhadados años, le añadimos el hambre, las penalidades y el peligro de que lo podía perder para siempre, entenderemos mejor el papel que representaron nuestras madres en el drama de la guerra y posguerra civil española.
Es difícil entender que alguien pueda ser depositario de las cuatro virtudes cardinales (prudencia, justicia, fortaleza y templanza), ni tampoco un dechado de perfección. Pero si en nuestra mente existe alguien que lo pueda ser, esa persona no puede ser otra que nuestra madre en quien, generalmente, reconocemos las mejores virtudes y sentimientos que pueden adornar a un ser humano. Sus consejos, sus lecciones de moralidad, sus desvelos orientados siempre para conducirnos por el camino del bien; sus recelos y temores en cuanto a la orientación de nuestra conducta, si no es que somos degenerados, y salvando la excepcional excepción, hemos de reconocer que sólo ella ejerció de ángel protector mientras estuvimos a su lado, sirviéndonos de guía y guardián en cada paso y en cada movimiento de nuestra vida. Pero si además de las dificultades que entrañaba la crianza y educación de un hijo en aquellos malhadados años, le añadimos el hambre, las penalidades y el peligro de que lo podía perder para siempre, entenderemos mejor el papel que representaron nuestras madres en el drama de la guerra y posguerra civil española.
Si dedicamos, aunque sólo sea unos minutos, a reflexionar sobre la sacrificada vida de aquellas resignadas y valientes mujeres, nos podemos encontrar, sin exageración y sin alharacas, con infinidad de hechos que merecen ser incluidos entre las grandes gestas o proezas de la Historia. La riqueza y contenido humano de sus vidas superan en méritos, no pocas veces, los de cualquier reina, santa o heroína que han quedado como ejemplo para la posteridad. Desde la mañana a la noche, sus vidas eran un constante forcejeo por la supervivencia, sobre todo, las que cargadas de hijos y con su marido en el frente de batalla o en la cárcel, salían adelante con honor, para afrenta de los que, lejos de ayudarlas y reconocer sus méritos, se cruzaban en sus vidas para intentar inducirlas por caminos de perdición
Como paradigma de grandeza de esta hermosa y altruista cualidad, repito, no cabe duda que el mejor ejemplo lo encontraremos siempre en nuestra madre. Y las incluyo a todas, porque todas las madres son abnegadas. Por eso, mi homenaje va dirigido, especialmente, a todas las madres que sobrevivieron la locura de la guerra y la posguerra civil española, incluso aquellas que tenían sus despensas bien pertrechadas de viandas para dar de comer a sus hijos sin la menor dificultad. Sin estar en las trincheras empuñando las armas, ellas fueron las grandes sacrificadas, el "Cordero Pascual" de la contienda en aras de sus hijos, de sus maridos, de sus padres, de sus hermanos. Ellas fueron también la generosidad personificada, inspirada en la vehemencia del cariño, del amor, del afecto, de la resignación, de la esperanza sin esperanza. Nadie como ellas sabe de renuncias, de entrega y sacrificio, a cambio muchas veces de indiferencia o relegadas al olvido intencionado. Por eso hago de estos renglones mi oportunidad para expresar mi reconocimiento más sincero a estas mujeres ejemplares, heroínas anónimas que, por una u otra causa, debieron pasar a nado la ciénaga sanguinolenta y nauseabunda de la contienda. Pero sospecho que el verdadero premio que pudiera venir a recompensar esa noble gesta, creo que el hombre todavía no lo ha inventado, porque todos los bienes terrenales son insuficientes para premiar tanta generosidad.
La mujer pobre y madre en aquellos años era, lo que se solía llamar, el yunque de la casa: sobre ella descargaba la vida todos los golpes que la injusticia es capaz de generar en un mundo despiadado y, sin embargo, allí estaban ellas rezumando entereza y dando a la vez una gran lección de dignidad.
¿Qué madre o esposa no hizo del llanto un hábito y del hábito un infierno con el que tuvo que convivir, un día tras otro día, durante muchos años, sin que le llegara en ningún momento un rayo de esperanza?
También las había que se le secaron los ojos de tanto llorar: ni la misma muerte de sus seres más queridos parecía ya suficiente razón para arrancar una lágrima a sus agostados ojos.
Naturalmente que imprime carácter el hecho de tener que vivir el día a día compartiendo tu vida con el hambre y la miseria sin otros medios que los que tu astucia y sagacidad de hambriento te podían proporcionar. Pero si bien es cierto que el hambre para un niño es una tortura, para la madre que no lo puede alimentar es un infierno, una tortura y todos los tormentos que se derivan de una situación como aquella.
Abnegación, abnegación, abnegación, esa fue vuestra gran virtud, madres de la guerra. Es la mayor riqueza (aunque ignorada) que nadie pudo dejar jamás como legado para la Historia, porque no supisteis vivir para otra cosa que no fuera para eso y para hacer de la resignación un baluarte que desapareció con vosotras. Espero que algún día, España haga honor a vuestros muchos y grandes méritos, levantando en vuestra memoria el monumento más grande que se haya hecho jamás.
Autor: Cayetano Bretones (Gore)
Alberto Zambade
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12 comentarios:
Dónde hablas de lo de Aznar??
En este otro Blog.. Púlsame...
Un relato realmente bonito. Me ha gustado muchísimo y me han recordado a las historias que me suele contar mi abuela que sufrió tanto en la Guerra Civil. Una madre es lo mejor del mundo, lo más grande y cuando te falta no hay nada que pueda llenar ese tremendo vacio.
Un gran relato compañero...sin duda un relato real y emotivo como nuestra historia..Un conocedor nato de la realidad no podía tener mejor detalle que dedicar un escrito a nuestras madres a todas las madres...
Saludos desde la Revista Memoria Histórica.
Carlos Fuentes.
Colaborador.
Estimado Alberto:
Como lector estoy intrigado con tu labor, porque es maravillosa. Dar a conocer estos bellos relatos de gente que está en el anonimato, debe de ser tremendamente ratificante. Llevo semana leyéndote y en cada escrito, descubro algo nuevo, alguna motivación que te anima a seguir escribindo cada día. Te envío mucho ánimo y a seguir como hasta ahora...La meta ya la vas obteniendo poco a poco, en cada paso, aunque no te des cuenta de ello...
salud
Lorenzo Varela
Escritor.
Alberto, que no te quepan dudas; este país lo levantaron las mujeres. Fueron ellas las que de la nada lo hicieron todo.
Este país está amasado en sudor lágrimas y esperanzas de mujer.
Y pensar que ahora, cuando las abuelas hablan de aquella terrible época, la juventud las menosprecia acusándolas de contar sus batallitas.
Me dirán que también los hombres participaron. Sí. Pero en menor medida. La mayoría murieron en la contienda, y los que se salvaron tuvieron que emigrar. Sólo ellas lucharon por el sustento diario, con el futuro de los hijos por delante, y la dura represión por detrás.
Que no cunda la indiferencia y a seguir poniendo sobre el tapete la verdad de las olvidadas.
Ricardo - Linde5
Hola compañero: agradezco tu generosidad por darme la oportunidad de publicar en tu blogs mi relato, Madres de la Gurra. También agradezco y me han hecho sentir emoción cada renglón de los comentarios que te han llegado. Eso te honra, ya que difundiendo un hecho de tanta carga emocional, desgraciadamente olvidado, viene a hacer justicia y premiar la labor que hicieron nuestras madres en aquellos azorosos y crueles años de la guerra o posguerra civil española.
Pienso sinceramente que toda España está en deuda con ellas, hasta tanto no se levante ese monumento que se ha convertido en el sueño de mi vida.
Hay mucho trabajo por hacer, compañero, pero una corazonada me dice que será la razón la que venza y convenza en la próxima cita electoral. Un abrazo
Cayetano Bretones
Gracias compañero, por tan intenso texto.
Las mujeres somos muchas veces, mujeres de la querra.
Solo mirando a mi pais te das cuenta, Las Madres de Plaza de Mayo, despues de treinta años, siguen en la plaza.
Mujeres, peregrinas del alma.
Cariños
recordé a una madre que decía: si lo hizo, que lo pague...pero comprendan que haga lo que haga, que es mi hijo.
Hola....!! Bueno...ya te comenté...en el QUE! sobre este post...jeje..pero sabés qué??...nosé...pero me paree que yo, ya había andado...por estos lares....jeje.....bueno seguimos el contacto..
Besotess!!
PD: me gusta esa mariposaaa.....!!
¿Puedo tener una?....jeje
Cuidate!!
Me decías en la caja de música si podía ayudarte a poner una de mis canciones como hilo musical en tu blog.
Siento decirte que los reproductores de goear están temporalmente desahbilitados desde hace algún tiempo.
Los enlaces de mi cajita puedes escucharlos pero no utilizarlos en reproductor para tu blog, porque saldría simplemente un enlace a la página de goear, no se escucharían directamente en tu blog.
Pero si quieres poner música puedes subir tus propias canciones a través de www.gcast.com
Puedes ver como queda en otro de mis rincones http://encadenandoletras.blogspot.com y si tienes alguna duda envíame un mail y te ayudo.
Saludos
A decir verdad, no me extraña nada el aporte de (nosotras) las mujeres.
¿Por qué será? quizá viene muy de cerca jaja
con cariño pasé x aquí
mis saludos :)
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