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Saludos del Dardo
Leyenda Medieval
“El deseo comienza en la mente. Es el deseo lo que nos mantiene con vida”.
Alberto Z.
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Cuenta una antigua leyenda medieval que en la amistad de dos niños, de la época del siglo XII, cada uno con vidas diferentes y situaciones distintas, surgió una gran reflexión sobre la Fé y el amor a una madre. ¿Quieren saber cómo sucedió? Entonces, escuchen con atención.
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-Padre-le susurró su hijo José-¿cómo era mi madre?
“¿Qué quieres oír? ¿Qué perdió la virginidad tras ser violada por un noble? ¿Qué es la mujer pública del Rey y sus soldados?” pesó el padre antes de contestar.
-Tu madre fue muy desgraciada.-contestó el padre.
-Pero ¿me quería?-preguntó José.
-No pudo hacerlo. Murió después de darte a luz.
-Yo sé que me quiere, esté donde esté-contestó José.
-Yo también te quiero.
-Pero vos no sois mi madre. Padre te he dicho que he conocido un amigo que tiene una madre a la que no ha visto nunca, que no sabe como es su rostro, pero que habla con ella sentado en una caja de madera a través de una ventana oscura, mientras ella le acaricia el pelo. Tampoco tiene apellidos porque sus padres no quieren que los utilice. Así que sólo sabe su nombre, Adrián y es muy simpático. Está todo el día riéndose porque dice que es el deseo de su madre, verle siempre feliz. Es afortunado ¿Sabes por qué? Porque al fin y al cabo tiene madre y yo no.
-No todos los niños la tienen…-le corrigió el padre.
En la mente del padre resonaba con sonsonete una frase ¡La madre de todos los cristianos…! Las mismas palabras que le dijo su padre cuando era sólo un niño.
-¿Decíais algo, padre?
-Sí…sí que tienes madre. Por supuesto que la tienes, hijo. Pues todos los niños que se quedan sin madre tienen a la Virgen María.
-Y ¿dónde está esa María?
-La Virgen María-le corrigió el padre-está en el cielo.
José se quedó mudo por unos instantes antes de seguir preguntando a su padre.
-Y ¿para qué quiero una madre que está en el cielo, sino me podrá dar mimos, ni podré jugar con ella, ni me besará…?
-Sí que lo hará.-El padre se quedó pensativo recordando las palabras que su padre le había dado cuando él le hacía de chico esas mismas preguntas-. Envía a los pájaros para que te acaricien. Cuando veas a un pájaro, mándale un mensaje a tu madre y verás como vuela hacia el cielo para entregarle el mensaje a la Virgen María; después se lo irán transmitiendo unos a otros y alguno de ellos vendrá a piar y a revolotear alegremente a tu alrededor.
-Pero, yo no entiendo a los pájaros, padre.
-Aprenderás a hacerlo.
-Pero ¿Ya jamás podré verla, no?
-Sí, sí que podrás verla hijo mío. La encontrarás en algunas iglesias y hasta puedes hablarla. Ella te hablará a través de los pájaros o por las noches mientras duermes, y te querrá y te amará siempre.
-¿Y está noche?-preguntó el niño-. Hoy no he hablado con ella.
-No te preocupes, yo lo he hecho por ti. Duérmete y lo verás.
Al día siguiente José fue al encuentro de Adrián, después de tomar el desayuno, para decirle que lo que su padre le había contado la noche anterior. Cuando se lo dijo comenzaron a buscar una iglesia cercana, pues José quería conocer de inmediato a su nueva madre, la Virgen María, llevaba toda su juventud sin hablar con ella. Corrieron por las calles del pueblo hasta dar con la Iglesia de los Remedios. No tenía el nombre de su madre, pero seguro que en su interior albergaba la figura de la Virgen María.
-José. Ven es por…-empezó a decir Adrián, pero calló de repente. Aquello era impresionante.
Delante de ellos se alzaba una iglesia grandiosa, fuerte, seria y resistente al tiempo. José corrió, al ver al párroco de la iglesia salir por la puerta de entrada, para preguntarle por su Virgen.
-Dónde está la Virgen María, padre.
-Allí dentro, hijo-le contesto el párroco, mientras le revoloteaba el pelo con una sonrisa-.En el centro de la misma. En un sitio digno de una Virgen como María.
¡Allí dentro! José se había olvidado del resto de palabras que componían la frase. Allí estaba su madre. De repente, un rumor los obligó a todos a levantar la vista hacia el cielo: una bandada de pájaros había emprendido el vuelo desde lo más alto de los andamios.
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Reflexión personal.
Existen muchas formas de creer en algo y de podernos comunicar con nuestros seres más queridos que desgraciadamente ya no están con nosotros. Y una de ellas es ésta que cuenta esta antigua leyenda, que ha sido llevada tanto a la gran pantalla como citada en tantos libros que versan de la época medieval. José desde entonces no dejó de hablar con su madre, no sólo en presencia de la Virgen María yendo a la iglesia todos los días y la tardes que podía, sino también en la forma que su padre le había enseñado: hablando con los pájaros y en sueños. Comprendió así que el deseo es lo que nos mueve y lo que nos hace estar más cerca de lo que queremos. No hace falta asistir a ningún centro religioso para sentirnos en armonía consigo mismo y para comunicarnos con nuestros seres más queridos, los cuales nos faltan. La Fe mueve montañas. Sí. Pero el deseo es lo que nos mantiene con vida. Pues en silencio, a oscuras, sentado en un parque, parado en la cima de un monte, a pie de playa, contemplando un amanecer, paseando de noche bajo el resplandor de la luna y el rocío, observando el horizonte desde tu ventana, tumbado en la cama de tu habitación o sentado en tu escritorio siempre vas a poder comunicarte con los que amas sin necesidad de ir a una iglesia para hacerlo. Tu deseo y tu voluntad estarán, siempre, por encima de la Fe...
Alberto Zambade
“El deseo comienza en la mente. Es el deseo lo que nos mantiene con vida”.
Alberto Z.
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Cuenta una antigua leyenda medieval que en la amistad de dos niños, de la época del siglo XII, cada uno con vidas diferentes y situaciones distintas, surgió una gran reflexión sobre la Fé y el amor a una madre. ¿Quieren saber cómo sucedió? Entonces, escuchen con atención.
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-Padre-le susurró su hijo José-¿cómo era mi madre?
“¿Qué quieres oír? ¿Qué perdió la virginidad tras ser violada por un noble? ¿Qué es la mujer pública del Rey y sus soldados?” pesó el padre antes de contestar.
-Tu madre fue muy desgraciada.-contestó el padre.
-Pero ¿me quería?-preguntó José.
-No pudo hacerlo. Murió después de darte a luz.
-Yo sé que me quiere, esté donde esté-contestó José.
-Yo también te quiero.
-Pero vos no sois mi madre. Padre te he dicho que he conocido un amigo que tiene una madre a la que no ha visto nunca, que no sabe como es su rostro, pero que habla con ella sentado en una caja de madera a través de una ventana oscura, mientras ella le acaricia el pelo. Tampoco tiene apellidos porque sus padres no quieren que los utilice. Así que sólo sabe su nombre, Adrián y es muy simpático. Está todo el día riéndose porque dice que es el deseo de su madre, verle siempre feliz. Es afortunado ¿Sabes por qué? Porque al fin y al cabo tiene madre y yo no.
-No todos los niños la tienen…-le corrigió el padre.
En la mente del padre resonaba con sonsonete una frase ¡La madre de todos los cristianos…! Las mismas palabras que le dijo su padre cuando era sólo un niño.
-¿Decíais algo, padre?
-Sí…sí que tienes madre. Por supuesto que la tienes, hijo. Pues todos los niños que se quedan sin madre tienen a la Virgen María.
-Y ¿dónde está esa María?
-La Virgen María-le corrigió el padre-está en el cielo.
José se quedó mudo por unos instantes antes de seguir preguntando a su padre.
-Y ¿para qué quiero una madre que está en el cielo, sino me podrá dar mimos, ni podré jugar con ella, ni me besará…?
-Sí que lo hará.-El padre se quedó pensativo recordando las palabras que su padre le había dado cuando él le hacía de chico esas mismas preguntas-. Envía a los pájaros para que te acaricien. Cuando veas a un pájaro, mándale un mensaje a tu madre y verás como vuela hacia el cielo para entregarle el mensaje a la Virgen María; después se lo irán transmitiendo unos a otros y alguno de ellos vendrá a piar y a revolotear alegremente a tu alrededor.
-Pero, yo no entiendo a los pájaros, padre.
-Aprenderás a hacerlo.
-Pero ¿Ya jamás podré verla, no?
-Sí, sí que podrás verla hijo mío. La encontrarás en algunas iglesias y hasta puedes hablarla. Ella te hablará a través de los pájaros o por las noches mientras duermes, y te querrá y te amará siempre.
-¿Y está noche?-preguntó el niño-. Hoy no he hablado con ella.
-No te preocupes, yo lo he hecho por ti. Duérmete y lo verás.
Al día siguiente José fue al encuentro de Adrián, después de tomar el desayuno, para decirle que lo que su padre le había contado la noche anterior. Cuando se lo dijo comenzaron a buscar una iglesia cercana, pues José quería conocer de inmediato a su nueva madre, la Virgen María, llevaba toda su juventud sin hablar con ella. Corrieron por las calles del pueblo hasta dar con la Iglesia de los Remedios. No tenía el nombre de su madre, pero seguro que en su interior albergaba la figura de la Virgen María.
-José. Ven es por…-empezó a decir Adrián, pero calló de repente. Aquello era impresionante.
Delante de ellos se alzaba una iglesia grandiosa, fuerte, seria y resistente al tiempo. José corrió, al ver al párroco de la iglesia salir por la puerta de entrada, para preguntarle por su Virgen.
-Dónde está la Virgen María, padre.
-Allí dentro, hijo-le contesto el párroco, mientras le revoloteaba el pelo con una sonrisa-.En el centro de la misma. En un sitio digno de una Virgen como María.
¡Allí dentro! José se había olvidado del resto de palabras que componían la frase. Allí estaba su madre. De repente, un rumor los obligó a todos a levantar la vista hacia el cielo: una bandada de pájaros había emprendido el vuelo desde lo más alto de los andamios.
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Reflexión personal.
Existen muchas formas de creer en algo y de podernos comunicar con nuestros seres más queridos que desgraciadamente ya no están con nosotros. Y una de ellas es ésta que cuenta esta antigua leyenda, que ha sido llevada tanto a la gran pantalla como citada en tantos libros que versan de la época medieval. José desde entonces no dejó de hablar con su madre, no sólo en presencia de la Virgen María yendo a la iglesia todos los días y la tardes que podía, sino también en la forma que su padre le había enseñado: hablando con los pájaros y en sueños. Comprendió así que el deseo es lo que nos mueve y lo que nos hace estar más cerca de lo que queremos. No hace falta asistir a ningún centro religioso para sentirnos en armonía consigo mismo y para comunicarnos con nuestros seres más queridos, los cuales nos faltan. La Fe mueve montañas. Sí. Pero el deseo es lo que nos mantiene con vida. Pues en silencio, a oscuras, sentado en un parque, parado en la cima de un monte, a pie de playa, contemplando un amanecer, paseando de noche bajo el resplandor de la luna y el rocío, observando el horizonte desde tu ventana, tumbado en la cama de tu habitación o sentado en tu escritorio siempre vas a poder comunicarte con los que amas sin necesidad de ir a una iglesia para hacerlo. Tu deseo y tu voluntad estarán, siempre, por encima de la Fe...
Alberto Zambade
Todos los derechos reservados Copyright 2007
10 comentarios:
Yo no soy nada creyente .Y sin embargo creo que nuestros seres más queridos los mantiene vivo nuestros recuerdos y pensamiento.Preciosa leyenda, la de hoy.
Un abrazo
Hola estimado
Comparto plenamente con usted que "No hace falta asistir a ningún centro religioso para sentirnos en armonía consigo mismo". Esa frase sí que mueve montañas... Y cuando se logra, eso, no tiene precio.
Un abrazo desde Chile
Presente, yo.
Me dejaste con los ojos llenos de lágrimas, que historia más bonita..a partir de hoy escuchare con detenimiento el cantar de los pájaros a ver que me dicen....
Un besito.Mar
Gracias por tus palabras en mi meme.
Es una leyenda muy bonita y muy reveladora de la naturaleza humana. Como bien dices en la reflexión es el DESEO humano lo que es capaz de cualquier cosa, de mover montañas. Es uno de nuestras mayores ventajas evolutivas, y es lo que nos impide, junto a la sabiduría, no estar solos. Por supuesto debo reiterar tu mensaje y el de el resto de los que han dejado comentarios, nada tiene que ver esta enseñanza con la iglesia.
Pásalo muy bien en las vacaciones y ya nos contarás.
Un abrazo y me alegro mucho de conocerte.
Bonita historia.
Las creencias religiosas forman una parte importante en este relato (y en tantas vidas) porque encauzan precisamente ese deseo y le dan un cuerpo, una posibilidad de ser real, de cumplirse... (y no entraré en otras disquisiciones a ese respecto :-))
El deseo es una de las fuerzas más grandes que residen en el uiverso. Creo que es capaz de alterar los acontecimientos que están por venir.
Claro, cualquier lugar es bueno para evocar esos recuerdos de los que hablas, para acercarnos un poco más a esas personas o esos momentos que se fueron. A veces, sólo cerrar los ojos y dejarnos llevar nos confiere un poder asombroso.
Que gran relato el tuyo, como siempre.
Me voy a poner a desear que tu libro salga pronto a la luz, a ver si acelero un poco la cosa;)
Besos sinceros, Alberto
A Ana R.
De nuevo compartimos puntos vista, los recuerdos y los pensamientos también son una fuente importante para mantener viva la delgada línea que nos uno del mundo real el de los vivos y aquel imaginario el del los muertos.
Mil Besos!!
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A Sdvb:
Toda la razón. Aunque también estarás conmigo en que hay que respetar a los creyentes...
Un besazo wapa!!
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A Mar:
Puedes escucharlos y a su vez, como cuenta la leyenda, transmitirles mensajes a tus seres queridos, seguro que con el tiempo los reciben, de ese modo o de otro. Gracias por tus bellas palabras.
Muchos besos!!
A Deik:
Debo de confesar que eres un gran observador y que tu constancia te hace sabio, porque siempre aprendo de tus comentarios. Yo también me alegro de haberte conocido y encontrado.
Un fuerte abrazo!!
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A Balanegra:
Claro que sí. Estoy de acuerdo contigo...Es más como digo al principio es el deseo lo que nos mantiene con vida. En los momentos de más desesperación siempre deseamos más las cosas que cuando simplemente no las recuerdan ¿Por qué? Sencillamente porque el deseo genera esa necesidad ese recuerdo y sólo la fe mueve montañas cuando algo se desea de corazón (por lo demás no entrare en detalles que puedan dañar nuestra breve amistad, amigo, ante todo respeto a culturas y por supuesto a todas las religiones, aunque sea de ciencias)
Un abrazo compañero y no te alejes demasiado Ok?
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A Valkiria:
Lo de alterar los acontecimientos que están por venir no tenía constancia de ello, seguramente sea cierto como dices, si pensamos en la fuerza que ejerce el deseo sobre nuestros impulsos.
Es cierto que en cualquier parte puedes reencontrarte con tus seres más queridos que ya no están y así volvemos a la frase del principio que define todo el relato.
Que grandes reflexiones las de todos, cada día me siento más orgulloso de teneros cerca, porque aunque no lo creáis me ayudáis muchísimo en mi tarea de reflexión.
Besos Valkiria!!
oi...que me dejaste sin palabras...temblando un poco...y con los ojos algo brillosos....! dardo..que hace mucho que no pasaba por acá...y me puse al día con tus post!! y al fianl venir y leer este..me puso la piel de gallinaa!! y sii..es verdad ..la fé no lo es todo...sólo digamos que contribuye ccon nuestro deseo y persistencia....nosé...
un gran abrazo pequeño Dardo!
Esto es un trozo del libro La Catedral del Mar sino recuerdo mal, no es así?
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