14 de marzo de 2006

Otro Punto de Vista

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Saludos del Dardo

Construyendo nuestro futuro

Quizás porque los acontecimientos se suceden tan rápidamente aún no hemos caído en la cuenta de que, en realidad, el siglo XXI ya se ha instalado definitivamente entre nosotros. Sin ir más lejos, parece que fue ayer cuando la mera posibilidad de utilizar la energía solar revolucionaba la estructura industrial de la época, asombrando a propios y extraños. Y, sin embargo, hoy en día se asume como un hecho prácticamente natural la utilización de las energías alternativas o renovables como medios tecnológicos adecuados a la hora de fabricar un automóvil, dotar de luz a un conjunto de casas alejadas de los centros urbanos o incluso poner convenientemente en órbita un modernísimo satélite espacial.

Una de las consecuencias visibles de los cambios que van construyendo el futuro de nuestras sociedades es que se multiplica aceleradamente el crecimiento exponencial del conocimiento: no en vano suele decirse que la actual sociedad es la “sociedad del conocimiento”, cuyos efectos más palpables determinan que cada vez haya más conceptos, procedimientos y cánones educativos que es preciso aprender a lo largo de la vida. Hacer frente a tales desafíos es el principal entusiasmo que motiva al estudiante.
La familia cumple un papel preponderante en la construcción de una educación de calidad. En efecto, a nadie escapa que un padre que lee un buen libro o una madre que está atenta a las noticias nacionales e internacionales fomenta en sus hijos la preocupación vital imprescindible para crecer y desarrollarse emocionalmente dentro de un mundo que les pertenece. Pilar constitutivo de la triada formada por la sociedad y sus intenciones, el sistema educativo y ella misma, la familia se eleva entonces como punto de partida y de llegada en la formación educativa de los hijos. Transmitir tranquilidad y confianza en ellos mismos brindándoles apoyo en sus actividades escolares, promover el pensamiento crítico en el que el debate y la solidaridad cumplan roles indispensables, favorecer el diálogo plural y abierto, respetuoso y variado en relación con el entendimiento y con las opiniones personales, o fomentar en ellos la capacidad de aprendizaje se convierten en actividades de máxima prioridad para la familia, que sienten como un deber propio impulsar y estimular.
Resolver los altibajos utilizando la metodología adecuada es el objetivo principal de los padres, para que en un futuro los hijos puedan ser mejores que sus progenitores. Con la sencillez necesaria deberán aprender lo que ya desde el principio saben, para poder comprender los complejos mecanismos que mueven incombustiblemente al mundo. El individuo debe abordar la realidad social con un objetivo muy claro: sacar a la luz su currículo oculto, asimilando esas pequeñas huellas que todos tenemos, aprendiendo los síntomas imperceptibles del pasado, presente y futuro que en un mismo movimiento forjan la compleja construcción de nuestra sociedad actual.
En definitiva, la familia, por derecho propio, es una consulta y una referencia innovadora en la vida de los hijos. Porque la inquietud que anima a los padres a convertirse en faro que ilumine el difícil camino de construir una educación de calidad en sus hijos, pasa a ser el punto referente para seguir avanzando en la conquista de una mejor calidad de vida para todos.

Saludos del Dardo
Alberto Zambade

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