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Saludos del Dardo
15/03/2006 14:03
Micro-cuento
La niña se balanceaba en los columpios mientras su padre la empujaba con la fuerza de un ciclón. Tanta, que hasta la hizo despegarse del asiento para ir a caer al césped de enfrente. La niña voló como un ave migratoria. Al golpe quedó inconsciente, tumbada, mareada y sin fuerzas para incorporarse. Se había tragado todo el aire fresco y sus pulmones estaban colapsados, sus manos y sus pies temblaban de alegría. Se sintió arrastrada por una fuerza que la abrazó y la empujó sin poder ofrecer resistencia. Pues pensó, mientras volaba, que era libre como los pájaros. Estaba dolorida, pero la sensación de "libertad utópica" que albergaba en su interior la hacía olvidarse del dolor e intentar repetir aquella sensación. Las únicas palabras que esperaba el padre después de aquello, era una frase temblorosa que rompería en llanto. Pero en los ojos de la niña se irradiaba otro deseo diferente que de júbilo le dijo a su padre:
-¡Papa, papa! Lánzame otra vez. Quiero sentirme libre de nuevo.
Pues, después de mostraros este relato, recuerdo una frase leída y repetida luego hasta la saciedad: “Lleva cuidado con lo que deseas en la juventud, porque lo tendrás en la edad madura”. Junto a esta aparece otra que fue tan importante, como la primera, para los de mi generación: “A partir de cierta edad cada hombre o cada mujer es responsable de su rostro”.
Fuente: Que! Madrid
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