Hola Lectores:
Me Gustaría que me dejáseis vuestras opiniones, relatos y demás cosillas. Si queréis publicar algo en mí blog para que lo vean los demás, enviármelo al e-mail: alberto.zambade@hotmail.com y en breve será publicado.
Saludos del Dardo
El desacuerdo de los demás
Me Gustaría que me dejáseis vuestras opiniones, relatos y demás cosillas. Si queréis publicar algo en mí blog para que lo vean los demás, enviármelo al e-mail: alberto.zambade@hotmail.com y en breve será publicado.
Saludos del Dardo
El desacuerdo de los demás
Como cada mañana el leñador, sus hijos y el burro iban a recopilar algo de leña para pasar la noche al pie de la vieja chimenea. De camino a casa los niños estaban agotados después de un duro día de trabajo en el campo. El trayecto era largo así que el leñador pensó que irían mejor a lomos del burro mientras él se encargaba de llevar los tres sacos de leña a pie. A la entrada del pueblo había una panadería y al pasar por delante de ésta el padre escuchó:
-Míralo. No te da pena el viejo burro, tus mozos, que más que mozos son niños mal educados, bien podían ayudarte a ti e ir andando contigo-dijo el panadero, en voz alta, mirándole con ímpetu y despectivamente.
Inmediatamente, el leñador descargó a sus hijos del burro y en su lugar puso los tres sacos de leña que habían recogido antes en el bosque. Pues pensó “el burro aún lo aguanta bien. Así caminaremos más descansados”. Cerca de la plaza del pueblo estaba el herrero y al verles dijo:
-¡Vaya! ¿Qué pasa fuerte leñador, así es como demuestras tu fuerza, no ayudando al burro? No te da pena ¡Si va tambaleándose!
El leñador corrió a quitarle los tres sacos, enfurecido y agotado, al burro. Pero, como estaba muy casado y quedaba poco para llegar a casa, pensó que lo mejor sería que él fuera a lomos del burro con un saco de leña y sus hijos fueran andando con un saco cada uno. Su vecina al verles pensó:
“Con lo grande y fuerte que está, y mira como carga a sus hijos. No se le cae la cara de vergüenza al ir sentado él a lomos del burro tan pancho, mientras sus hijos tiran del burro y de los sacos como bestias de arado”.
El leñador notó que le observaban por entre el rabillo del ojo derecho. Miró rápidamente, vio a su vecina que cerraba la puerta de su casa dando un portazo fuerte y se bajó del burro corriendo, aunque ya era tarde.
Ya en la puerta de su casa se sentó un rato a descansar, estaba al límite de sus fuerzas. Sus hijos, al verle tan cansado, metieron la leña en casa y guardaron al burro en la cuadra, para que su padre reposase, en los escalones de madera de la entrada, un rato.
-¡Nunca me esperaba esto de ti! ¡Abusar de tus hijos de esta manera es degradante!-le dijo el marido de su vecina, que le acababa de ver minutos antes en la escena del burro.
Pues, sinceramente, el leñador, sus hijos y el burro llegaron a la conclusión de que nadie está de acuerdo con lo que uno hace y que jamás sabrás como hacerlo bien o cómo quieren los demás que lo hagas bien. El descontento de los demás siempre estará presente en todo lo que hagas y cómo lo hagas, lo importante es que creas en ti y en tus posibilidades. Por eso os digo:
-Míralo. No te da pena el viejo burro, tus mozos, que más que mozos son niños mal educados, bien podían ayudarte a ti e ir andando contigo-dijo el panadero, en voz alta, mirándole con ímpetu y despectivamente.
Inmediatamente, el leñador descargó a sus hijos del burro y en su lugar puso los tres sacos de leña que habían recogido antes en el bosque. Pues pensó “el burro aún lo aguanta bien. Así caminaremos más descansados”. Cerca de la plaza del pueblo estaba el herrero y al verles dijo:
-¡Vaya! ¿Qué pasa fuerte leñador, así es como demuestras tu fuerza, no ayudando al burro? No te da pena ¡Si va tambaleándose!
El leñador corrió a quitarle los tres sacos, enfurecido y agotado, al burro. Pero, como estaba muy casado y quedaba poco para llegar a casa, pensó que lo mejor sería que él fuera a lomos del burro con un saco de leña y sus hijos fueran andando con un saco cada uno. Su vecina al verles pensó:
“Con lo grande y fuerte que está, y mira como carga a sus hijos. No se le cae la cara de vergüenza al ir sentado él a lomos del burro tan pancho, mientras sus hijos tiran del burro y de los sacos como bestias de arado”.
El leñador notó que le observaban por entre el rabillo del ojo derecho. Miró rápidamente, vio a su vecina que cerraba la puerta de su casa dando un portazo fuerte y se bajó del burro corriendo, aunque ya era tarde.
Ya en la puerta de su casa se sentó un rato a descansar, estaba al límite de sus fuerzas. Sus hijos, al verle tan cansado, metieron la leña en casa y guardaron al burro en la cuadra, para que su padre reposase, en los escalones de madera de la entrada, un rato.
-¡Nunca me esperaba esto de ti! ¡Abusar de tus hijos de esta manera es degradante!-le dijo el marido de su vecina, que le acababa de ver minutos antes en la escena del burro.
Pues, sinceramente, el leñador, sus hijos y el burro llegaron a la conclusión de que nadie está de acuerdo con lo que uno hace y que jamás sabrás como hacerlo bien o cómo quieren los demás que lo hagas bien. El descontento de los demás siempre estará presente en todo lo que hagas y cómo lo hagas, lo importante es que creas en ti y en tus posibilidades. Por eso os digo:
“No dejéis que los pensamientos y las decisiones de los demás os influyan en vuestras decisiones”.
Alberto Zambade
Saludos del Dardo
Estudiante de Sociología por la UNED
Alberto Zambade
Saludos del Dardo
Estudiante de Sociología por la UNED
2 comentarios:
Hola Alberto. He visto tu comentario y aqui estoy dejandote un humilde comentario. La verdad es que soy nuevo en Blogger, pues también tengo un espacio en msn en el que suelo poner las mismas cosas. Me gusta hablar de todo cuanto veo, opinar con argumentos cuando mi rebeldía personal me lo permite y ver las cosas desde otro punto de vista al generalmente establecido. Nada más, somos vecinos yo vivo en la zona de los Villares por la Avenida de los Derechos Humanos y soy voluntario en la Agrupación de Protección Civl.
Un saludo.
Gracias por el comentario Diego.
A ver si te pasas más veces
Saludos del Dardo
Publicar un comentario